El maestro dijo "pimienta más alas igual libélula"
no al revés, no se trataría de sacar alas a la libélula
para abandonar en el aire un aromático grano
que por su propio peso caería. No, ¡la gracia es dar
vuelo al fruto para que alto se eleve desde la mesa!
Pero a veces urge cualquier picante para otorgar
gusto a la salsa que sobre la hornalla hierve
y no hay más que esa libélula o figura de lenguaje
dando vueltas por ahí y hasta molestando un poco.
El maestro, ya con delantal, debería abandonar
la elegancia de la anécdota para tener en cuenta
tanto su propio apetito como el de los comensales;
el juicio poético podrá o no condenar la acción,
pero el estómago sabrá agradecerlo en la cena.
Y no es de extrañar que, de ser la cocción justa,
la digestión se cumpla entre platos, ollas y vapores
con el sentimiento preciado de gracia y levedad.
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