Era una noche de mil amores,
Donde las ginebras imbibe la soledad.
Las manos en copa saciada en microbios tiniebla,
Sin decir adiós ni compromiso ante de desmigar sobre brazos ajenos.
Los fachendosos invitados sin máscara tiran erutos de champaña,
Y sus esposas en stilettos de fidelidad urbana se tiran pedos silencios al aire rizo.
Con caviar a mano que recuerda del la fecundación,
Estas viejas suministra sus ovarios a los calvo Octavianos que se creen rey de Roma.
Y por no dejar rasgos en camino de su inmortalidad,
Dejan su selo nefasto sobre la cara plácida de sus noviazgos.
En el alter de la prostitución se sientan de blanco,
Virgen ante la congregación de burguesa comunista,
Cuyas cara de Botox simplemente babosea de covid,
Y se besan el culo facial hacia la eternidad.
Cuando la luna cae al mar,
Y cada estrella se duerme,
Cuando el silenció marítimo abarca,
Y desvanece a los novios a la servidumbre sexual,
Es que yo seré el martyr de esta historia desde la vanidad inhumana.
Y seré testigo a la muerte del corazón,
A la tristeza de una puta cotidiana,
de un viejo cabro,
Y de toda las personas que se merecen la muerte antes de su tiempo por ser hijos de putas y fieles a Pinocchio.
Y en ese momento estaré en paz con mi mismo.
Estaré uno con mi dios.
Caminando por los senderos del infierno hacia la cima del monte de hades a pedir perdón,
A suplicar al niño divino salvación.
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